Profesionales de salud exigen un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles para proteger la vida de las generaciones actuales y futuras
El consenso científico internacional es claro: para proteger la salud y la vida de las generaciones presentes y futuras necesitamos una eliminación rápida y equitativa de los combustibles fósiles a nivel mundial, para no superar los 1,5ºC de calentamiento. Nosotros, los profesionales y organizaciones de la salud abajo firmantes, hacemos un llamado a los gobiernos de todo el mundo para que desarrollen e implementen un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, que establezca un plan global legalmente vinculante para:
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Poner fin a la expansión de cualquier nueva infraestructura y producción de combustibles fósiles poniendo fin inmediatamente a la actividad y a la inversión en todas las exploraciones, extracciones y construcción de infraestructuras de combustibles fósiles nuevas o ampliadas, de acuerdo con los mejores datos científicos disponibles.
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Eliminar progresivamente la producción y el uso de combustibles fósiles de forma justa y equitativa, de acuerdo con el objetivo climático global de 1,5C. Para hacer frente a la desigualdad existente, hacemos un llamado a los países de altos ingresos para que proporcionen apoyo financiero, tecnológico y de otro tipo a los países de ingresos bajos y medios en el abandono de los combustibles fósiles, garantizando que la transición reduzca la pobreza en lugar de agravarla.
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Acelerar soluciones reales y garantizar una transición justa para cada trabajador, comunidad y país, creando un futuro saludable y sostenible para todos. Una transición justa debe respetar los derechos de los pueblos indígenas y de las comunidades locales.
Al igual que el Convenio Marco para el Control del Tabaco, el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles propuesto sería un acuerdo internacional basado en pruebas para controlar una categoría de sustancias bien conocidas por ser perjudiciales para la salud humana. Los riesgos para la salud asociados a los combustibles fósiles son numerosos.
La quema de combustibles fósiles presenta graves amenazas para la salud humana y planetaria.
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La contaminación atmosférica, sobre todo la que proviene de la quema de combustibles fósiles, provoca más de siete millones de muertes prematuras cada año. Contribuye a las enfermedades cardiovasculares, las afecciones respiratorias y los cánceres. Los incendios forestales, cada vez más intensos y comunes debido al cambio climático, se suman a esta carga.
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La crisis climática, causada en gran medida por la quema de combustibles fósiles, es una amenaza crítica para la salud, que agrava otros problemas de salud y pone en peligro los sistemas sanitarios.
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El calentamiento del clima crea las condiciones ideales para la transmisión de enfermedades a través de los alimentos y el agua, aso como la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, lo que socava décadas de progreso en la salud pública mundial.
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El cambio climático aumenta el riesgo de enfermedades y muertes relacionadas con el calor, especialmente para los niños pequeños, los trabajadores al aire libre, los atletas y los adultos mayores.
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Las sequías, las inundaciones, los fenómenos meteorológicos extremos y la subida del nivel del mar provocados por el cambio climático perturban los medios de subsistencia, contaminan el agua, ponen en peligro la seguridad alimentaria, dañan las infraestructuras y obligan a emigrar, especialmente a las poblaciones que viven en pequeñas islas, regiones costeras y zonas bajas.
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Los fenómenos meteorológicos extremos interrumpen las cadenas de suministro de productos médicos a nivel mundial y devastan las instalaciones sanitarias, lo que repercute gravemente en la capacidad de los trabajadores de la salud para prestar asistencia sanitaria.
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El cambio climático está afectando gravemente la salud mental, exacerbando la ansiedad y la depresión, especialmente en los jóvenes.
También existen riesgos específicos para la salud humana y laboral asociados a cada etapa de las operaciones con combustibles fósiles, como la extracción, el refinado, la fabricación de subproductos, el transporte, la distribución y la eliminación de los residuos.
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Se ha comprobado que la proximidad residencial a la extracción de petróleo y gas aumenta la incidencia de las enfermedades respiratorias y los partos complicados, y está potencialmente asociada a otros daños para la salud. Vivir cerca de las minas de carbón se asocia a un mayor riesgo de enfermedades pulmonares y cánceres, y a semanas de baja en la escuela y el trabajo. La contaminación lumínica y acústica relacionada con la extracción, el uso y la contaminación del agua, la degradación del ecosistema y la alteración del hábitat, los medios de vida y la comunidad también tienen un impacto negativo en la salud.
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La proximidad a las refinerías petroquímicas y la exposición a las instalaciones que fabrican otros productos derivados de los combustibles fósiles se asocian a un mayor riesgo de enfermedades, como el asma infantil y los tumores hematológicos.
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El transporte de combustibles fósiles tiene un historial de derrames y explosiones con impactos agudos y crónicos en la salud de las comunidades cercanas y los trabajadores de la limpieza.
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La eliminación segura de los productos de desecho de los combustibles fósiles sigue siendo un reto, ya que los productos de desecho contienen sustancias con impactos conocidos en la salud, incluyendo metales pesados y productos químicos tóxicos.
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Los trabajadores de las explotaciones extractivas y de las refinerías se enfrentan a otros riesgos sanitarios únicos, como graves enfermedades respiratorias y formas de cáncer muy malignas, así como lesiones por incendios y explosiones.
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Las comunidades próximas a la actividad de los combustibles fósiles son objeto de amenazas y violencia, incluso, aunque no exclusivamente, cuando tratan de proteger sus tierras, sus medios de vida y su salud. La gravedad y la escala de estos daños se amplifican dentro de las comunidades indígenas debido a sus vínculos únicos con los territorios donde viven.
Los riesgos e impactos para la salud del cambio climático, la contaminación atmosférica y la proximidad con los lugares de extracción y procesamiento no se distribuyen por igual. Recaen con más fuerza en las comunidades que son menos responsables históricamente de las emisiones de combustibles fósiles, y que tienen un acceso más limitado a los recursos y al poder necesarios para la reparación. Esto incluye a las poblaciones del Sur Global, a los pueblos indígenas, a las personas que sufren discriminación racial y de todo otro tipo, a las personas en situación de pobreza, a las personas con problemas de salud crónicos y a los jóvenes.
La eliminación gradual del uso y la extracción de combustibles fósiles ofrece una oportunidad para mejorar la salud y abordar las desigualdades sanitarias. Ampliar el acceso a la energía a través de sistemas de energía renovable distribuidos, resistentes y asequibles sin emisiones de carbono tendrá beneficios para la salud y maximizará el ahorro y la eficiencia energética. La eliminación gradual de los combustibles fósiles evitaría 3,6 millones de muertes anuales en todo el mundo debido a la contaminación del aire ambiente. No puede decirse lo mismo de las falsas soluciones propuestas, como la captura y el almacenamiento de carbono, que hacen poco por proteger la salud e introducen nuevos riesgos. Para proteger la salud, debemos eliminar por completo los combustibles fósiles, asegurándonos de que los proyectos de energía renovable eviten crear nuevos riesgos para la salud.
Los profesionales de la salud trabajan duro para salvar vidas. Es nuestro deber dar prioridad a la seguridad, la dignidad y la comodidad de nuestros pacientes, y tenemos la obligación de denunciar los graves riesgos para la salud mundial que suponen la extracción y el uso continuado de combustibles fósiles. Se están realizando esfuerzos para construir sistemas sanitarios sostenibles y con bajas emisiones de carbono, tanto a nivel nacional como institucional, pero para proteger la salud y la vida de las generaciones actuales y futuras, debemos hacer mucho más colectivamente para reducir rápidamente las emisiones.
Los profesionales de la salud de todo el mundo reconocen que todas las etapas del ciclo de vida de los combustibles fósiles representan una amenaza grave y creciente para la salud humana. Lo vemos en nuestras clínicas y hospitales, atendiendo a pacientes y comunidades que sufren los efectos del cambio climático, la producción de combustibles fósiles y la contaminación atmosférica. Para proteger la salud de nuestros pacientes y comunidades, ahora y en el futuro, nos unimos a la petición de un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles a nivel mundial.
The letter is coordinated, on behalf of the health community, by the World Health Organization, the Global Climate and Health Alliance, Physicians for Social Responsibility, and Healthcare Without Harm, with input from members of the WHO-Civil Society Working Group on Climate and Health.