Publicado inicialmente en Climate Home News, 7 abril, 2021

Durante siete décadas, la Organización Mundial de la Salud ha utilizado el 7 de abril, Día Mundial de la Salud, para llamar la atención del público sobre importantes problemas de salud. Este año, mientras el mundo lucha contra la pandemia de Covid-19, el tema es “construir un mundo más justo y saludable para todos”.

Con la COP 26 de noviembre acercándose rápidamente, este mensaje del Día Mundial de la Salud debería inspirar a los gobiernos a asumir la responsabilidad y aprovechar la oportunidad de comprometerse con ambiciosos objetivos de reducción de emisiones, alineados con el Acuerdo de París, en sus Contribuciones Determinadas y a hacer la salud y la equidad, un foco central de las políticas climáticas nacionales.

En este momento, muchos países están en el proceso de revisar sus compromisos climáticos y se espera que pronto anuncien actualizaciones. Pueden y deben poner la salud primero y al centro. Estados Unidos, que acaba de entrar de nuevo en el Acuerdo de París, será el anfitrión de una Cumbre de Líderes Climáticos en el Día de la Tierra, el 22 de abril. Para generar con éxito un impulso internacional durante esta cumbre, Estados Unidos debe dar un paso adelante con un fuerte compromiso propio; esta es una oportunidad para que el presidente Biden demuestre un liderazgo climático real y un reconocimiento de las lecciones aprendidas durante la pandemia, al integrar completamente la salud en la Contribución Determinada a Nivel Nacional de Estados Unidos. Otros líderes mundiales no deben esperar el liderazgo de Estados Unidos, deben intensificar sus ambiciones y actuar.

Decir que hay mucho por hacer sería quedarse corto. Un informe reciente de la ONU encontró que para el año 2030, se proyecta que las emisiones totales de GEI de 75 países responsables del 30% de las emisiones globales serán menos del 1% más bajas que en 2010, peligrosamente por debajo de la reducción del 45% en las emisiones requerida para este período si se quiere alcanzar el objetivo del Acuerdo de París. Los países responsables del 70% de las emisiones globales aún no han hecho públicas las actualizaciones de sus compromisos climáticos nacionales.

Prolongar esta inacción, o tomar medidas que distan mucho de lo que se necesita, aumenta el riesgo de poner en peligro tanto la salud del planeta como la de nosotros, las personas que dependen de su bienestar para nuestra propia salud.

En 2020, la Organización Mundial de la Salud y las asociaciones que representan a más de 40 millones de profesionales de la salud pidieron una recuperación del COVID-19 «verde y saludable«. La pandemia ha demostrado que la salud debe ser parte integral de todas las políticas gubernamentales, incluida la política climática. Un nuevo estudio multinacional sobre la comprensión y las opiniones de médicos y enfermeras sobre el cambio climático, que será publicado el 7 de abril por The Lancet Planetary Health (el enlace se activará a las 23:30 GMT del 7 de abril), encontró que una gran mayoría de los encuestados creen que la comunidad de la salud debería tener voz para impulsar políticas nacionales que protejan la salud cumpliendo los objetivos del Acuerdo de París.

Las poblaciones saludables son un requisito previo para la recuperación económica, mientras que los sistemas de salud sólidos son esenciales para aumentar la resiliencia ante crisis futuras, como los patrones cambiantes de enfermedades infecciosas y los fenómenos meteorológicos extremos.

Es por eso que nuestra organización, Global Climate and Health Alliance, planea lanzar un tablero de comando a mediados de año, para clasificar el progreso de los países hacia la inclusión de la salud dentro de los compromisos climáticos nacionales, o «NDC saludables», en preparación para la COP26.

Las soluciones beneficiosas para todos que protegen la salud y mitigan el cambio climático nunca han sido más relevantes que en este momento de fragilidad económica. El bienestar económico es esencial para la salud humana; las sociedades que son económicamente más equitativas, donde hay menos disparidad entre los más ricos y los menos ricos, tienen mejores resultados de salud para todos sus ciudadanos. Una mayor equidad económica trae beneficios para la salud de todos.

Los impactos en la salud de la disparidad económica han quedado expuestos por la pandemia. Y nuestras comunidades más empobrecidas y los países de bajos ingresos también sufren de manera desproporcionada los impactos del cambio climático.

Un país con un compromiso nacional saludable de acción climática reconocerá los impactos del cambio climático en la salud y la necesidad de que la salud y la equidad se integren en la planificación de la adaptación. Establecerá intervenciones que reduzcan las emisiones y también ofrecerán beneficios para la salud locales e inmediatos, como una mejor calidad del aire, dietas más saludables y una mayor actividad física. Un país así debe ser lo suficientemente ambicioso como para hacer lo que le corresponde para limitar el calentamiento a 1,5°C. Los beneficios para la salud de las soluciones climáticas ayudarán a compensar los costos económicos de la mitigación y adaptación climáticas. Los gobiernos pueden proteger la salud de sus ciudadanos y prevenir millones de muertes prematuras integrando la salud en las políticas climáticas nacionales.

Una reducción insignificante del 1% en las emisiones de GEI significaría un desastre para los ciudadanos de todos los países. Los gobiernos deben aprovechar este momento para reorientar urgentemente las trayectorias actuales por el bien de las personas en todo el mundo y de las generaciones que vienen.

La Alianza Global por el Clima y la Salud hace un llamado a los gobiernos para que se aseguren de que los compromisos nacionales de acción climática incluyan:

  • Compromisos ambiciosos para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, alineados con el objetivo del Acuerdo de París de 1,5°C
  • Medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que mitigan el cambio climático y también maximizan los beneficios para la salud, por ejemplo, mejorando la calidad del aire y apoyando la caminata y el uso de la bicicleta y el transporte público.
  • Cálculo de los ahorros de costos de salud asociados, con evaluaciones de impacto en la salud que demuestren estos beneficios económicos y de salud.
  • Estrategias de adaptación que incorporan la salud y comprometen inversiones para construir sistemas de salud pública y de salud climáticamente inteligentes y resilientes.
  • Dentro y más allá de las NDC, las inversiones de recuperación de Covid-19 deben alinearse con acciones/compromisos climáticos nacionales saludables, para proteger a las personas, el planeta y las economías, asegurando un futuro saludable y sostenible.

La Dra. Jeni Miller es la Directora Ejecutiva de Global Climate and Health Alliance, una coalición de 70 profesionales de la salud y organizaciones de la sociedad civil de la salud de todo el mundo.